La noticia de la semana, mal que nos pese, es la derrota de los Demócratas en el Congreso de Estados Unidos. Mi comentario, totalmente al pie de página, es acerca de lo estrecho de lo posible. Cuando, por las razones que sean, personas que votaron por Obama deciden hacerlo por un sector definido como sus adversarios, no están exactamente ejerciendo su libertad (como tampoco los que volvieron a apoyarlo): están actuando dentro del marco de lo posible. Y lo posible es un set predefinido de opciones en cuyo diseño nadie nos ha preguntado nuestra opinión*, y que involucra un modo de entender la realidad que no por viejo es más válido, en este caso el pensar por oposiciones. Creo que la desilusión con Obama es cuando él opera dentro del ámbito de lo posible, en contra de una no exactamente promesa electoral medible, pero sí de la sensación general que lo acompañaba, y que iba más allá de lo posible. Lo que se pedía tenía que ver con lo virtual, definido no como lo irreal sino como lo que aun no tiene medida. Es por eso que la frase de Patricio Aylwin, justicia en la medida de lo posible era tan irritante: justicia dentro de las totalmente insultantes posibilidades de las que actualmente disponemos. El manido slogan de Mayo del ’68 era más interesante de lo que parecía, pero con un giro: Seamos realistas (es decir, operemos sobre la realidad y no sobre el ámbito de lo que nos han predefinido de ella), pidamos lo virtual.
*Nicanor Parra descree de la estadística porque dice: ‘si yo me como un pollo, y tú ninguno, estadísticamente los dos comimos medio pollo.‘