Oscar Pistorius, el atleta fetiche cordltx, está finalmente clasificado para participar en las Olimpíadas de este año, que debiera ser recordada como la primera Olimpíada posthumana. No totalmente justo, por cierto, si consideramos drogas y cirugías, pero definitivamente la más llamativa.
Pistorius redefine, enturbia, la línea entre las Olimpíadas paraolímpicas y las ‘normales’. Si las primeras están marcadas por la misericordia y un supuesto afán inclusivo, las segundas no admiten sensiblerías (ver Münich, 1972; Berlín 1936). Hasta Pistorious. Hace cuatro años, Pistorius estuvo cerca de clasificar por su rapidez, obviamente, y la falta de consenso respecto a su situación. ¿Es una prótesis la expresión de una incapacidad o la de una ventaja? Como ya se escribió antes, ninguna respuesta es cómoda. El diagnóstico actual que ampara su clasificación es que sus preciosas prótesis modelo Cheetah le demandan más esfuerzo que un par de piernas biológicas, pero esa zona es turbia como para construir postulados sobre ella. En la medida, entonces, en que no superemos lo humano, las prótesis serán aceptadas. Descriteriada idea que va contra su esencia, cosa de ver juguetes sexuales.