Estoy leyendo Love + Sex with Robots, de David Levy, libro bastante pop (del que ya se habló alguna vez) que intenta probar por qué es seguro que tendremos relaciones sexuales y amorosas con robots en pocos años. Para el amor, el razonamiento es el siguiente:
-nos enamoramos de las personas gracias al apego, y fuertemente por similitudes
-mantenemos relaciones afectivas con mascotas
-tenemos relaciones emocionales con máquinas (autos, *bicicletas*, computadores)
-podemos enamorarnos de personas a las que nunca hemos visto (ya se sabe) y personas virtuales
entonces…¿cómo no vamos a poder enamorarnos de un robot, que podría responder como nadie a las cosas que nos interesan? y hacerse el misterioso? De cualquier manera, llevamos varios años de entrenamiento amoroso con cybernoviazgos ¿algunos de ellos habrán sido máquinas?
Y respecto al sexo… es necesario seguir? esta es la línea: disfrutamos del sexo por varias razones/somos capaces de pagar por él/tenemos entrenamiento con máquinas (vibradores, sex machines, sex dolls)… es sólo cosa de tiempo
EXELENT
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Bonito post. Sería poético y perturbador enamorarse en medio de un test de Turing. Aunque aún más jodido es aplicar un Voight-Kampf y enamorarse de la Nexus 6…
¡Mish! A propósito del test de Turing, Levy participó en una de las ediciones del Premio Loebner… Se va a la lista de pendientes el librito…
Jaufré Rudel (s.XII) se enamoró de la condesa de Tripoli por lo que escuchaba decir a los peregrinos que volvían de tierra santa. Le compuso canciones hasta que decidió embarcarse a una cruzada, sólo por estar más cerca de ella. Contrajo una enfermedad durante el viaje, al acercarse a climas cálidos. Llegó moribundo a Tripoli. La condesa, que creo que se llamaba Melisenda, conocía su obra y acudió a verlo. Él agonizó en sus brazos y ella se hizo monja al día siguiente.
A ver si algún robot se hace una parecida.
Sobre mascotas: un perro en Moscú fue a esperar a su dueño (caído en combate en 1945) a la estación de trenes durante 13 años.
en todo caso, estoy de acuerdo en que el sexo con robots será inevitable.
¿Un perro en Moscú? Esa historia que mencionas se parece demasiado a lo que pasó con Hachiko en Tokio…
la daban en un documental en Cuba en los 80’s. El perro se hizo popular por eso. Llegaba y esperaba hasta que el tranvía se iba. La gente lo saludaba.