Cuando la información no es ya sólo el contenido de la comunicación sino que ha adquirido un cuerpo por sí misma, como dice Tiziana Terranova, y más preocupados de los signos lo estamos de las señales, es lógico que alguien que, visiblemente, aparezca como poseedor de mucho de eso, vea exacerbado su atractivo. No sólo Mick Jagger sabe de eso, también Kennedy y el vendedor de pasta base y Larry Page. Para un tiempo totalmente enfocado en poseer e intercambiar información (twitter? wikipedia? nytimes?), ponerle un precio (copyright?) o cambiarle la medida o la dinámica (copyleft?), esta superabundancia sólo puede ser recibida con éxtasis, mientras las corporaciones afectadas sólo han mostrado lo acostumbradas que estaban a que el flujo de datos se realizara en un solo sentido (quiere la tarjeta de nuestro supermercado?). Y éxtasis y potencial (una medida más física de poder) para mi suena bastante sexual, que no es culpa nuestra sino de nuestra abuelita la bacteria, buscando genes para combinar. O comer.
Wikileaks ha sido también la muestra más clara de lo muy material de la información: algo que chorrea, se filtra, se transa, tiene un cuerpo. Porque aquí no sólo estamos hablando de qué es lo que se dice (de hecho, Assange le encarga esa tarea a los diarios) sino de dónde eso se guarda y es posible tocar. Parece que habrá que redefinir más de un término que usamos, qué lindo tiempo.
La imagen viene de Fuck Yeah, Julian Assange