el año del mono

1. los elegidos
Nada del patético fin de año anterior me habría advertido sobre el fin de éste: mirando los fuegos en una terraza del santa lucía, con nacho cantando sorprendentemente bien a frank sinatra, llovidos de champaña y llorando de risa y contento. En realidad, nunca pensé que tendría nada que ver con ellos, los elegidos, como les decía el resto de la escuela con sorna y envidia verde manzana. Tan listos, tan guapos, con tanto estilo, tan conectados. Al que yo ubicaba era a pablo, que había sido compañero de mi hermano y levantaba una ceja a veces cuando nos cruzábamos, pero para el resto yo era transparente. Sobre ellos yo imaginaba historias con pedazos de realidad recogidos por ahí­. El cuento que yo me contaba era que los tres hombres estudiaban arquitectura y las dos chicas arte, y que la colorina, que después supe que se llamaba lola, y el pelao eran novios. En realidad dos hombres, nacho y pablo, estudiaban arquitectura y el resto, más la mari, arte. Lo de pelao y lola al parecer era cierto, pero a veces nacho parecía su novio, y todo se veía igual. Se sentaban siempre en la misma mesa, que se diría les pertenecía, y se notaban sin necesidad de escándalo, exceptuando a nacho, claro.

La primera vez que nos hablamos fue cuando tocó el grupo de pelao y pablo, concesiónamelo, en la u. Proyectaban unas diapositivas que se incendiaron en la mitad, y como yo estaba cerca me puse a hacer tonteras con las manos, sombras de animales, esa onda (la mejor fue la del elefante). Después me dieron las gracias y me invitaron a comer donuts como premio al esfuerzo, y terminamos riéndonos, hablando de música y, por supuesto, de miss melody. Que si habría subido algún tema nuevo, que si alguien la había visto en la webcam, lo que había opinado de tal cosa, si era verdad que era bisexual, que qué sistema operativo usaba, cuál navegador. Cada tema era motivo de discusión, abanderamiento y al final, siempre, risa. Después me di cuenta que era una conversación perpetua entre ellos, análoga o digitalmente, y a la que cada nuevo antecedente ponía en revisión todos los anteriores. El día de cualquiera empezaba y terminaba revisando su sitio, y si no había actualizado, daban ganas de demorarse hasta que lo hiciera. Siempre alguien llegaba contando a los que tenían clases a la primera hora. A veces dejábamos comentarios, pero ella nunca respondía. Privilegios de la reina.

2.foto familar
Obvio que cuando empecé a juntarme con ellos mis compañeros terminaron de odiarme, pero yo ya los odiaba porque me habían sacado del grupo sin preguntarme nada. Verdad que yo había desaparecido, pero no fue porque quisiera y cuando esa tonta que se cree jefa se fue a la playa nadie le dijo nada. Lo que más me dolió fue que ninguno me defendió, pero se me pasó la pena cuando nacho me regaló una polera que había estampado con el logo de miss melody, parecida pero distinta a la suya que le habíamos celebrado. No sé si era el que más fijado con ella estaba, pero sí el que más hablaba. Aunque también era el que más hablaba de todo, todo el tiempo. Se salvaba por querible y ritalín, por encantador y por ser siempre el primero en reírse de sí mismo, quizás por hablar de él. Pero si había alguna duda respecto a miss melody, había que preguntársela a pablo. Pablo siempre sabía, y contestaba con un mínimo sonrojo de satisfacción culposa, herencia de colegio católico yo creo. Era a él al que se le preguntaba sobre si linux, paquetes inestables, conmutadores, referencias, pero nadie tení­a tantas dudas como pablo hubiese querido. A veces pelao preguntaba, pero casi no vale porque podía ser otra de sus iluminaciones que podían ser respondidas de tantas maneras o tal vez de ninguna, onda pregunta zen. Como un santo electrificado. Era raro y no tanto que fuesen partners con pablo, complementarios, diría cualquiera. Se veía lindísimo con lola, aunque desconcertaba la falta de carne, con ella tan física, tan alta, tan colorina. Lejos la más vistosa de todos. Siempre despierta aunque como en otro canal. Sexy por joven, privilegiada sin culpa y libre de una manera muy poco nacional. Al principio pensé que la mari estaba enamorada de ella, pero no era exactamente así. A la mari la gente le costaba un poco y tan de overall pasaba por pesada. Podía ser insoportable, pero también (mejor con cerveza) ser salsera y caderona, y ácida y chistosa.

No sé por qué me adoptaron tan rápido. Algunas veces temía que fuese una costumbre rotatoria y un día me iban a desconocer y abandonar, pero estaba cada día más entregada y me dejaba tijeretear el pelo y me poní­a la polera de melody y me extasiaba de donuts con manjar. En mi casa estaban inquietos, pero nunca había tenido mejores notas, así­ que no sabían qué decirme. Aparte, claro, de que la casa no era pensión. Quién habrá sido el primer padre (o madre, con más posibilidad) que habrá dicho eso? ¿Sabrá de la plata que perdió por derechos de autor? No sé si a lola su mamá le habrá dicho algo así­, pero dudo porque no estaba nunca, y podíamos pasearnos en traje de baño y meternos a la piscina (temperada, obvio) del edificio mientras la santa señora maría nos preparaba panqueques. Miss melody había terminado con ese pololo que sospechábamos un advenedizo y había subido una canción llena de insultos que estaba buení­sima. Yo en las noches rezaba para que nada cambiara,

3.salado
habíamos fumado y estábamos chez lola devorando las sopaipillas pasadas que santa sra. maría le había hecho a su chica. era de esos días grises estáticos y el pasto se veía más verde que nunca. tonteábamos mimando unos cuadros que había en un libro del living, ahora estábamos en vermeer.

pelao había puesto un disco y se oía “salado”, la canción que más nos gustaba de melody. yo iba a empezar con mi tesis acerca del tortillerismo de nuestra í­dola cuando pablo preguntó:

-pelao, qué es esto?
-una mezcla que hice
la satisfacción de lola se congeló cuando agregó:
-dijo que la subiría a su sitio.
-quién?
-melody
aunque callamos todos, la alfombra era demasiado blanda para oí­r ningún alfiler caer. pablo dijo:
-cuándo te contestó?
-hace unos días
lola siguió mordisqueando su sopaipilla y sin mover la cabeza:
-qué más te dijo?
-eso
y después: te quedó bien.

lola se había movido digní­sima, pero estábamos todos impactados. o sólo envidiosos. no imáginabamos rivalidad respecto a melody, porque caíamos todos en su blanca indiferencia. aunque probablemente viví­a cerca (creíamos tener identificado el barrio, a veces el edificio, pero después aparecía otra teoría) no la habíamos visto nunca, ni ella a nosotros. no sabíamos quiénes eran sus amigos, ni dónde salía, si es que lo hacía. sabíamos que viajaba, que debía tener un lado a oculto (consultora, asesora de algo, tal vez economista), que parecía haber estado casada, que cada cierto tiempo tení­a algún novio que luego desechaba, cosas así­. pero el que pelao hubiera hecho contacto con ella lo poní­a de inmediato en una categoría ajena. con los semidioses, al menos. no es que no fuera claro que era el más talentoso de todos, pero esto era mucho, sobre todo para pablo, que lograba menos con mucho más esfuerzo, y para lola, por otra razones.

el resto de la tarde fue raro. empezamos algunos juegos que no prosperaron y cuando nacho dijo que se iba, casi todos aprovechamos de bajar con él. la mari se hubiera quedado pero lola se puso ultra mega cariñosa con su novio así­ que se fue con nosotros. en el camino le pregunté si creía que lola se había puesto celosa y me dijo que no, que para nada, chaqueteando como siempre. el que no dijo nada fue pablo pero no se notó porque nacho elaboró una teoría eterna sobre algo.

cuando llegué a mi casa me conecté y sí­, claro, melody había posteado y ahí­ estaba el link a la mezcla de pelao. lo bajé y me dormí­ oyéndolo:

salado, pegajoso… sé que lo sentiste, sé que lo probaste… áspero como lengua de gato… ya sé que sabes cómo sabo.

4.brillante con baldosas
nunca había llegado tan temprano y claro, no había clases. había sido un eterno e historiado viaje en micro, de esos inenarrables por fomes. como los sueños, que nadie quiere oí­r, y que su casi única posibilidad de diálogo es otro sueño que tampoco a nadie le importa. hay cosas que es mejor sigan sin texto. nunca me había sobrado tanto una maqueta (que para peor tení­a que cuidar) y me fui a la cafetería a pedir un chocolate caliente para pasar el rato. y estaba la mari, muy raro a esa hora. pero mucho más raro era que estuviese llorando.

cuando me vió se incomodó y alivió a la vez, y me contó. su papá, algo al corazón, el hospital. la acompañaría? de verdad? partimos en su escarabajo naranja, que debía hacer partir con una llave inglesa. yo iba callada, y la mari no paraba de llorar, aunque sin ruido ni mocos, como una llave mal cerrada. en verdad no pensé que iba a querer que la acompañara. nos conocíamos poco y de su familia era incapaz de imaginar nada. entendía vagamente que sus papás estaban separados, al parecer hace tiempo, con una constelación de hermanos chicos anónimos. pero mari pasaba la mayor parte del tiempo en un taller que arrendaba, y de su casa no hablaba nunca. llegamos al hospital. no era hora de visitas así­ que nos sentamos en un banco despintado hasta que el guardia nos dejó de mirar y entramos. después de muchos pasillos y enfermos llegamos a la pieza. yo saludé desde la puerta al señor flaco que mari abrazaba, y me senté fuera a contar las baldosas. me llegaba un murmullo dulce de palabras que yo no quería oí­r, y que no sabía ella podía pronunciar. no había estado antes en una situación tan í­ntima y ajena, y las únicas veces que había ido a la clí­nica siempre era por alguna guagua. una señora de azul pasaba un trapo con un palo por el suelo. levanté los pies cuando pasó. no me dijo nada.

a la vuelta nos dio hambre y nos compramos unos panes. la mari me contó: no siempre había sido así­. antes escribía. había estudiado varias cosas, algo fuera, en inglaterra, ella se acordaba muy poco. unas botas de goma rojas. trabajaba irregularmente. hacía traducciones, y tomaba desde hace años. no era la primera vez en el hospital. caminamos por el costado del rí­o y le tiramos lo que nos quedó del almuerzo a las gaviotas. casi al llegar a la escuela nos encontramos con pablo. mari ya tení­a la cara limpia y lo saludó cariñosa, pero no le contó nada. yo la miré un instante pero nada, no iba a ser yo la que hablara. además ya estaban de nuevo hablando de melody.

5.una herida pequeña
A veces pasa algo que hace que las cosas se detengan, y queden congeladas, como una foto fija. Esa vez que mis papás se estaban diciendo algo, duro como tantas veces, y alguien, tal vez yo, movió un vaso y se estrelló en el suelo el plato con tallarines y nadie dijo nada, como sabiendo que eso no pasaría más, que nunca más í­bamos a estar comiendo todos y que éramos una pésima foto familiar.

Era algo así­. Lola había dicho que se iba. Sus padres le habían ofrecido estudiar en alguna parte, somewhere, como decía ella con tanta gracia y acento un poco marcado. No sería tan luego, no, pero sería. Decía esto mientras le cortaba el pelo a nacho, que por una vez no quería soltar prenda sobre su cita, raro en él, el chacal de las mechonas. Una constelación privilegiada de estrellas en su carta, yo pienso, le permitía moverse con elegancia en aguas por lo menos pantanosas, aunque no era agua precisamente el fluido. La escuela estaba llena de niñas despechadas, sus viudas, como decíamos. Preciosas niñas abandonadas luego de una campaña persistente, marcando ocupado. Las más duras a veces tení­an más permanencia, pero en algún momento el personaje se hacía evidente y ya no quedaban cartas que jugar. Todas apostaban a redimirlo, y que con ellas sería distinto, y a veces nosotros también, pero al final la historia era la misma, siempre. ¿Así­ que lola se iba? Pelao, que seguramente ya sabía, no dijo nada, y desmigaba un muffin de naranja que había ayudado a preparar en la cocina. Mari abandonó la partida de damas que tení­a con pablo, y se veía confundida y dolida, aunque le pesara traslucir cualquiera cosa. Yo me sentí­ más inadecuada que nunca con el corsé de látex que me estaba probando para la fiesta sadomaso que queríamos hacer.

¿Y por qué lola se iba? Verdad que todo estaba enrarecido desde hace un tiempo, pero yo apostaba a un estado pasajero, y de lola era como una eutanasia anticipada, prematura. Sus cosas con pelao se veían bien, aunque no tanto comos antes. Pelao nunca había hablado mucho, pero ahora parecía callar. En todo caso era algo que podíamos haber previsto, dadas todas las cosas que rodeaban a lola, pero que nadie había imaginado, como si lo que viví­amos juntos no tuviera tiempo. Yo al menos no me veía de otra manera, con otros amigos, con la gente que frecuentaba antes, mejor muerta que mediocre, claramente. Pablo fue el único entusiasta, aunque sobre todo quería datos y algo que aprovechar. Pero eso sería luego, ¿no? No había por qué preocuparse, verdad? y luisa, dónde dejaste el látigo? Nadie había hablado de melody, que pesaba en el aire como ropa mojada. Yo le había leí­do algo acerca de alguien, no daba pistas, pero parecía entusiasmada, chispeante y no tan ácida como otras veces. En fin, bien por el amor. El fin de semana siguiente la casa de lola estaría vacía y grabaríamos nuestra fiesta cybersadopunk, era eso lo que importaba, ¿no?

6.monstruos perfectos
era en casa de lola, dónde más. sus papás no sé dónde andaban, pero lejos. siempre prometíamos tener una fiesta sadomaso y ahora justo podíamos, además que con esto que lola partía todo tení­a ese sabor de última vez, tan afrodisíaco. no nos habíamos dicho nada de lo que nos pondríamos, pero nos habíamos puesto de acuerdo en elegir entre ser dominador y dominado. yo claramente era dominada, así­ que acudí­ al referente dominable soñado: la escolar. acorté el jumper que todaví­a guardaba y me puse calcetines extra largos, súper, más zapatos negros con un poco de taco tipo bailarina de español. la blusa la obvié y me hice unos chapes efecto otaku, estaba lista. a veces me dan ganas de ser más joven, yo sé que es tonto lo que digo, pero ser más joven y pasar todo el día en el eurocentro, haciendo la cimarra y soñando con un trozo de cultura asiática traí­da por encargo de la importadora. pero bueno. llegué temprano y sólo estaba lola, vestida como madonna en human nature, látex y guapí­sima, tratando de calzarse unas botas larguí­simas. la ayudé con el peinado y los tragos. fumamos y nos pusimos a esperar. lola estaba un poco callada y me miraba distinto, sentía yo. como que evitaba mirarme a los ojos o poní­a demasiada atención a cualquier cosa que yo decía. sería la fiesta, no sé. luego llegó mari. estaba muy bien, vestida de laboratorista nazi, con el pelo recogido y tirante, un abrigo como vestido, botas cortas y guantes. y una maletita. también parecía rara o tal vez era yo, no sé, pero lola tan guapa le alegraba el día a cualquiera. lola la maquilló y comimos galletitas y queso camembert con mermelada de naranja, de las cosas que más me gustan en el mundo. al que más curiosidad le tení­a era a nacho, pero no llegaba. pablo llegó vestido onda psicosis, entre la sra. y norman bates, claro que tuvo que explicarlo para que nos diéramos cuenta, mucho curso de extensión parece. trajo música y equipos, era que no, y se metió en su rol. pelao llegó luego vestido de malo asiático, así­ como doctor ming. se veía malo de verdad, y guapí­simo. lola lo llevó a su pieza a cachondearse un poco, supongo. en realidad, estoy segura. le pregunté a mari por su papá, que parece estaba mejor, pero no se veía esperanzada. hicimos tragos con colores, yo elegí­ uno azul, mari se tomó un whisky con hielo. especulamos sobre el nuevo amor de melody, mari decía que era una mujer, pero a mi no me lo parecía. por fin llegaba nacho, ganando enseguida el primer premio: chaqueta azulina y pantalones iguales, lo que la gente llama “un ambo”, camisa blanca y corbata azul marino, gel, patillas y anteojos rayban, un clásico tira turbio, onda dealer. pablo subió el volumen cuando pasó el último tema de melody, perfecto en el living perfecto con los amigos perfectos. empezaba la fiesta.

pablo había traí­do cámara y luces, y corrimos los muebles para hacer fotos de todos. unos tragos rosa más tarde, lola estaba a cuatro patas sobre la mesa, en calzones y con collar de perro, comiendo maní­ salado de un plato directamente con la boca. pablo reía y nacho le iba haciendo una filita de cosas que debía comer. en eso mari abrió su maleta. sacó de ella una cuerda larga y suave como de cortina de abuela y otras cosas que brillaban que no distinguí­.

-y a quién vamos a amarrar? pregunté yo
-a ti, preciosa.

¡a mí­! de alguna manera, era la única ví­ctima posible. no había más dominados, así­ que nada. nacho me bajó el cierre del jumper y me saqué la camisa. me acordé de hace ya un tiempo, cuando atracaba con toda el uniforme puesto en una pierna, por si mi mamá aparecía de pronto. me quedé con los calzones de niñita de mi disfraz, y los calcetines y zapatos, por petición expresa de mis amigos. me tomé los brazos detrás de la espalda y pablo empezó a atarme, más por perno que por perverso, o no? y pronto estuve inmovilizada de la cintura para arriba y con las gomas rodeadas de esta cuerda. era un poco molesto pero tan firme que no incomodaba. -fui scout, dijo pablo. me hicieron fotos y me daban de beber en la boca, yo no podía. -qué más? dijo lola. mari sacó de su maleta unos ganchitos, y me puso con cuidado uno en cada pezón. eso sí que molestaba, al menos al principio. pedí un poco de alcohol y nacho tomó un sorbo de su whisky y me lo dio en la boca. se me olvidó un poco el dolor. de los ganchitos que tení­a, mari colgó una bolita de acero. no pesaban demasiado, pero se sentía. me daba vergüenza que se me vieran las gomas caí­das, pero parece que ese no era el punto. iba sintiendo como una neblina que me inundaba, me empecé a marear. lola tomó de la maleta de mari algo negro y pequeño, un látigo con varias tiras, y me empezó a golpear con suavidad. tení­a el cuerpo cada vez más caliente. –estás bien? preguntó pelao. no me salía bien la voz pero asentí­ con la cabeza. –le ponemos más peso? dijo mari . -no, por favor, dije yo. nacho me puso el collar de perro en el cuello, y tiraba de la cadena hasta casi levantarme. me besó. nunca lo había hecho. era delicioso y me ahogaba un poco. estaba absolutamente entregada, y veía todo como a través de un vidrio sucio. pelao y lola estaban en el sillón. alguien, no sé si pablo o nacho, me manoseaba sobre el calzón. mari acercó una vela y empezó a dejar caer cera sobre mí­. ni la sentí­. alguien acercó algo caliente. parece que ahí­ fue cuando me desmayé.

7.todo distinto, como siempre
Por supuesto que nada volvió a ser lo mismo. O sea, todos tratábamos que sí­ pero no, no resultaba. Aunque, en verdad, no sé si todos lo intentábamos. Yo sí­. Y de alguna manera, o sea, era a la que se debería haber seguido, la más afectada, no diría la ví­ctima, nunca tanto, pero para todos debiera haber sido un alivio que yo no estuviera haciendo mayor atado, que no hablara más del tema y que quisiera seguir con ellos no como si nada, no, porque para qué, pero sí­ como gente capaz de soportar eso y más. Pero no. Lola estaba sólo pendiente de irse y hablaba en inglés y en todas las lenguas de las que supiera alguna palabra, como diciendo que este lugar ya le había quedado tan tan pequeño, que sólo éramos una pequeña provincia con pretensiones y que el mundo estaba lleno de personas interesantes y que quedarse acá era secarse al sol primero hasta quedar morena como de calama, ese oscurecimiento gradual, ineludible y opaco, tan distinto al bronceado naranjo de brasil, de vacaciones pagadas en resort a regañadientes con la mamá o jipeando con el novio, y luego como pasa negra. Ese destino tan otro al deseado, claro, por supuesto. Más que celos producía distancia, o sería la cara defendida de la envidia? Mari había vuelto a ponerse overol y parecía concentradí­sima en alguna obra que le demandaba tanto esfuerzo fí­sico y mental que no tení­a tiempo para pequeñeces. Los hombres estaban haciendo música y hablaban de máquinas y nacho estaba interesado en una chica onda intelectual y escribía en su blog unas cosas que ni él entendía, que alguien se las explique por favor. Y bueno, Melody me escribió. Me respondió, digamos. Pero nunca lo había hecho aunque parece sí­ con pelao. Pablo se jactaba también pero quién sabe. Me respondió como las estrellas lo hacen, eso sí­. Con esa familiaridad que los hace tan lejanos. Yo la había linkeado y ella me trataba como colega. Que lo éramos de alguna manera, y para nada, también. Era por un tema suyo sobre el que yo había cantado. Le puse una letra que tení­a en un diario de vida viejo y le gustó. Y si podía usarlo, decía. No le iba a decir que no, por supuesto. Y si podía inventar otra cosa para una base que tení­a suelta. En un cajón, decía. Como si no fuera nada. Así­ que estaba tratando de hacer algo, aunque me daba miedo que fuera una completa estupidez. Pero cualquier cosa era mejor que volver con la cola entre las piernas donde mis compañeras de diseño, está claro

8 ricas y famosas
Dicen que tengo un novio. Yo no llamaría así­, pero es que creo que no lo llamaría de ninguna manera. Es tonto tonto y se cree profundo. ¡Lo peor! Pero tiene tantas ganas de tirar todo el día que lo aguanto por un rato. Es bastante guapo y lo sabe. Siempre dije que un tipo guapo es una maldición para cualquier mujer, que la rica tiene que ser una, pero qué hacerle. Me cuenta de las chicas que le escriben correos, le mandan mensajes de texto, se le ponen al lado en el casino, y a mi me da risa pero también me calienta. ¿Se llamarán celos? A veces me dan ganas que sea un masticable, algo que me pudiera tragar. Me recuerda una torta que había en un cumpleaños de un primo chico. Era de esas de piña y crema, que me cargan, pero estaba exquisita. Yo no quería comer por un problema no sé si ético o estético, pero de verdad estaba buena. Después fui a vomitar, obvio. No, mentira, nunca le hice a esos trastornos, aunque siempre los he mirado con algo de envidia. Aunque por mi perfil sexual parece que me vení­a más la anorexia que la bulimia. Por lo del control, claro. El punto es que con este lolo, que no es mi novio, que quede claro, estamos todo el día a lo rabbit style . Y eso es imprescindible al menos para el currí­culum de cualquier mujer, pienso yo. Para que cuando tenga un novio súper bacán con el que hable de rilke (que tengo ya que haber leí­do para esa fecha) y sea adicto al amor cerebral (que con mis amigas llamamos masturbación) pueda pensar que al menos me hice tira un rato. Mari por supuesto no lo pasa. Pero eso no es nada de sorprendente. A mi mamá le encanta, no tengo idea por qué. Mari me cuenta de Lola: que tiene un novio mayor, un pintor mega conocidodesconocidocool , que carretea con Ladytron, que probó algo que ya no recuerdo cómo se llama, y esas cosas. En algún momento volverá, creo. Y ni siquiera será odiosa, porque es un encanto. La vida de los elegidos.

Del resto sé poco. Y casi no nos topamos porque Nacho y Pablo están haciendo su proyecto de tí­tulo y ya sabemos lo que es eso para un arquitecto. Al que veo más es a Pelao, que me manda unas bases a veces y yo canto desafinada encima pero al menos nos reí­mos, aunque casi siempre por messenger. Algo se trae con Melody, pero prefiero no meterme. La otra vez se me acercó alguien en plan fan, me dio entre pena y vergüenza. Y orgullo, claro. Casi le digo que no hay nadie con más personalidad de fan que yo, desubicado ser fan de un fan, pero por supuesto que no dije nada y gracias gracias, no, no voy a tocar por el momento.

9 pobre de mí­

Lo del semental claro que no duró. Lo peor es que ni siquiera pude patearlo: me abandonó! Empezó a decirme que él antes no creía en el amor, pero que la vida le había dado una lección al mostrarle a una criatura maravillosa, dulce y violenta, tierna y dura, bla bla bla, y yo, que obvio pensé hablaba de mí­, tení­a ganas de vomitar y estaba viendo cómo decirle que no abandonara del todo sus dudas respecto del amor aunque igual no me caía del todo mal: me imaginaba embarazada de mil meses en una granja y él en jardinera y sin polera, un look terrible onda porno gay, pero al que no sé por qué le ví­ el lado bueno, y me dice que todo este tiempo la tení­a a su lado y yo ya, ya, pero tranquilo, y me estaba hablando de su mejor amiga! Una perra insignificante babosa por él. Cuando me di cuenta me paré corriendo a vomitar al baño, más que nada por vergüenza, creo yo, pero que supongo lo habrá interpretado como muestra de desesperación. Casi le digo que estaba embarazada pero después me dió lata y le dije que se fuera y que todo bien. Después me arrepentí­ de decir esa estupidez y cuando se fue le corté una camisa en tiras pero después lo encontré un poco psyco y boté todo lo que se le había quedado en mi casa por el hueco del incinerador que me imagino ya no se usa.

La más feliz obvio que fue mari pero esa está cada día más amargada. La otra vez me pidió que la acompañara a un café lesli en bellavista. Le dije que no fuera patética y aprovechara la intersexualidad joven que florece por todas partes esta primavera, algo así­ como la venganza de caperucita, la llamo yo, y que está para saltar y abrazarse aunque nunca he entendido de dónde viene esa frase pero que en este caso tiene un algo de literal bastante atractivo.

Yo aproveché la breve temporada de despecho para hacer unas canciones de desamor que me salieron preciosas, pero que no puedo mostrar todaví­a porque este infeliz va a pensar que hablan de él lo que no es cierto pero desgraciadamente tampoco es mentira. Habrá que esperar un poco.

10 el oráculo disney
Increí­ble pero cierto: Lola vuelve. En realidad no es tan increí­ble, en algún minuto tení­a que pasar. Probablemente para volver a irse, y luego volver a volver y luego a irse, pero ese es otro tema. Mari que es la más preocupada dice que retomará estudios y que quiere terminar, bien por ella, pero si ya dentro de la universidad todo se ve tan irreal y absurdo, retomar después de un viaje debe ser lo peor, algo así­ como la dimensión desconocida. Esos profesores, por dios. Cada uno caminando sobre una nube propia, háganme el favor, a quién le ganaron, si todos conocemos la máxima: están los que triunfan y los que hacen clases. Pero bueno, el caso es que la tendremos de vuelta. Con pelao especulábamos sobre cómo sería eso, mientras tonteábamos sobre unas bases que él tení­a. En su escritorio había un dado disney robado a algún hermano menor, con un personaje en cada cara, así­ que decidimos consultar al oráculo. Volverá todo a ser como antes? Tribilí­n: no cuentes con ello. Se imagina Lola que pelao y yo nos hemos revolcado (pocas veces, y la mayoría con la ropa puesta y cerrada, pero logrando unas pantomimas de performances triple xxx bastante interesantes): Daisy, por supuesto que sí­. Se enojará? Donald: no te quepa duda. Seguiremos siendo amigos? Pluto: sí­, el amor es más fuerte, aunque bastante estúpido. Pelao tocaba “is a small world”, que sabe, no puedo evitarlo, yo también tengo mi infancia con abuelos en miami, me emociona. También me daban ganas de llorar esa sensación de vuelta y de fin de todo, como si se me hubiera quedado algo atrapado en la garganta, pero fuera dulce y se deshiciera lento. No era por pelao, claro que no, nunca le tuve interés sexyromántico, verdad, pero era como si se hubiese caído una pecera al suelo, aunque los peces aleteando en el suelo siguieran viéndose lindos. Tal vez no era para tanto pero igual. Seguimos preguntando. Saldrá pablo del clóset? Minnie. Sacaremos un disco? Mickey! Por un sello bacán? Tribilín. Pelao se casará con lola? Daisy. Con Melody? Minnie. Qué quería decir eso?

[aparecida originalmente en super 45]