Siempre es refrescante tener un pequeño recordatorio de lo arbitrario (y absurdo!) de algunas convenciones, como las poses en la moda. Eso es lo que hace Yolanda Domínguez, con poses. Sólo cambiando el contexto de la pose, de la página brillante a la calle, y a las modelos, la credulidad se desarma como hecha de arena. Bueno, no debe ser más sólida que eso si hay que repetirla tanto.
Estoy haciendo alguna omisión terrible, pero no recuerdo dónde vi esto.