lo que le hace el agua al pez, o viceversa

Bueno, y resulta que Belladonna se había retirado del porno y habíamos dicho larga vida a la reina– lágrimas que no lloramos cuando lo de Miss Grey– y todo eso pero no, no señores. Llámenlo exigencias del mercado (ejem) o el dividendo de la casa o simple nostalgia, Belladonna ya reapareció de manera Spontaneass (el mal chiste no es todo mío) en una película que pareciera no tener guión sino un grupo de pornostars pasando el tiempo de manera porno. Pese a todo el escepticismo y a que no, los hombres tampoco tiene sexo entre ellos, hay que decir que la reina, Belladonna, puede hacer lo que quiera porque nadie nadie nadie lo hace como ella. Y que habrá que perdonarle todo si cada cierto tiempo se deja caer en una orgía con tanta gracia, aleccionándonos con tanto amor.

*update*

Y seguí viendo el retorno de Belladonna y ya todo no me pareció tan maravilloso. Ella, increíble: un talento, una maravilla, una criatura con un don sobrenatural, capaz de reinventar todo el porno sólo por existir, erosionando distinciones entre géneros, partes del cuerpo erógenas y no, uso y abuso, etc. Eso no está en cuestión. Pero lo que su compañía hace (y aquí culpamos al marido) es una mímica sin sustancia de los talentos de Belladonna. Qué cuánto se puede contener el reflejo del vómito, etc, sin cuestionar ni por un segundo lo que por un hombre se entiende. Vuelve Belladonna para decir que todo sigue igual y que de alguna manera hay que pagar las cuentas?