Date cuenta de una vez, Thérí¨se, de que no existe ningún poder, sea cual sea la naturaleza que quieras suponerle, que pueda conseguir arrancarte de nuestras manos, y no existe, ni en el orden de las cosas posibles ni en el de los milagros, ningún tipo de medio que pueda conseguirte conservar por más tiempo esta virtud de la que te sientes tan orgullosa; que pueda, en fin, impedir que te conviertas en todos los sentidos, y de todas las maneras, en víctima propiciatoria de los excesos libidinosos a los que los cuatro vamos a abandonarnos contigo… Así que desnúdate, puta, ofrece tu cuerpo a nuestras lujurias, que sea mancillado al instante, o los tratos mas crueles te demostrarán los riesgos en que incurre una miserable como tú al desobedecernos.
ah, el desvanecimiento de toda voluntad, la muñeca inflable. más aquí