El affaire europeo más hollywoodense, Bruni-Sarkozy, sumado a su equivalente sudaca Menem-Bolocco, permite ya proponer nuevos destinos a aquel grupo sobre el que alguna vez se derramó toda la gracia posible y luego fue abandonado de la mano de dios: las exmodelos. Cierto es que la muestra es reducida, pero, parafraseando a salinger, podemos tratar de dejarla quieta el suficiente tiempo como para construir algo encima (aunque sea de arena).
La muestra admitiría también otros modelos de mujer que no pudieron resistirse a seguir, aunque de otra manera, guiando los pasos de la humanidad, como Grace Kelly o tal vez Angelina Jolie.
Porque, hay que reconocerlo, debe ser duro ser el espejo en el que todos se quieren mirar hasta que, de pronto, todos quieran mirarse en otro con mejor brillo. Y los repulidos, de fábrica o photoshop, no son lo mismo. Qué hacer? No se trata sólo de buscar más dinero, al que claro, es demasiado fácil acostumbrarse. Y tampoco poder. Con ambos, por supuesto, pero con un aura mesiánica, Katherine Hepburn en Indochina, Cleopatra, un nuevo trozo del olimpo. Ser el faro que marca el camino. Es lindo, no? Porque lo otro es hacerse parte de misses por una causa, sitio en eterna construcción, que tal vez pudiera servir de catálogo de esposas para gobernantes recientes. Ah, las virtudes de la empresa privada.