Vergonzosamente tarde nos manifestamos en apoyo a Marisol Vargas, la subteniente en vías de ser dada de baja por tener fotos de ella y su novio (militar también) teniendo sexo, en su computador (no el institucional). Como era de esperar, la más castigada es ella. Pero aquí ¿qué es lo que se castiga? ¿No es posible tener una vida privada todo lo porno que se quiera? ¿algunas instituciones pueden limitar las ganas de sus integrantes a hacer lo que todo el mundo en sus horas libres? ¿o tal vez ya no existen horas libres?
El ejército israelí lo entendió distinto, y, queriendo cambiar su deteriorada imagen mediática, echó mano de sus aguerrilladas bellezas. (No es que le haya servido demasiado, pero trataron.)
Desde aquí, por una nación porno.